Cuando comienzo a pensar, en que lo que debo escribir, se acaba todo y no escribo nada. Me voy a acostar y a acariciar a mi perro.
Pero cuando comienzo a sentir lo que quiero escribir, me doy cuenta que ya estoy escribiendo que siempre pienso en el "deber ser", en lo que deberia escribir. Como si el maldito Freud con su super yo me persiguiera desde la niñez, como una fijación falica.
Finalmente las palabras se escriben solas, como memorias de un cuasi infante, el cual no ha superado etapas de maduración.
Pero dejo de escribir un rato, y me doy cuenta que tampoco es tan así, que también existe la necesidad de cambio, y que la estabilidad no es signo de fortaleza, sino de estancamiento. La vida no es estable por cualquier ángulo que se la mire, es sólo que se está o no conforme con la vida y punto.
Por otro lado que importa lo que piense, si al fin de cuentas el vivir el día a día tiene más que ver con lo que se hace que con lo que se piensa.
A ver si dejo de pensar y comienzo a hacer, de una vez por todas, la vida que me corresponde.
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