1.3.10

Bicentenario

Una obra bicentenario se me ocurre. El terremoto es quien comienza el brain storming. Comienza planteando que es necesario botar los falsos simientos de nacionalismo. La mentirosa formula de solidaridad. El absurdo de mirarnos, compararnos y sentirnos superiores con quienes son parte de nuestro pasado, presente y futuro. La irreal manera de convencernos que doscientos años han sido de prosperidad y avance. Los muros del nacionalismo mal entendido como patriotico, patriarcal, machista y racional, deben caerse, como el edificio en Concepción, para recién comprender que necesitamos un remezon en nuestros concientes, preconcientes, e inconcientes, si queremos de verdad celebrar un bicentenario como todos queremos celebrar.
"El asunto es simple" -me dice el terremoto - "Yo boto las estructuras, no me cuesta nada. Lo que más va a costar es poner de su parte. Ser de verdad solidarios, ser de verdad tolerantes, y aceptar que Chile finalmente es Chile por estar delimitado con otros paises". "Los hospitales y colegios que boto, los boto como metáfora. Que se construyan estructuralmente iguales, no me importa, en la medida que se plantée una nueva manera de entenderlos, no como un lugar donde se hacen transacciones."
"Que los profesionales no trabajen por el sueldo sino porque tienen la necesidad de servir a su país desde su propia perspectiva y destreza".

Cuando se acaba el terremoto, siento una angustia tremenda. Incluso más que la que se debe haber sentido en el resto de Chile. Las palabras del terremoto, a diferencia del remezón, tienen proyección constante de 8.8 grados en escala Mercalli.

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